Levantarse de la cama por las mañanas, bañarse, salir rumbo al trabajo, subirse a un colectivo, llegar hasta la oficina, que, por ejemplo, talvez quede en un quinto piso, puede ser visto como una serie de actividades comunes y silvestres de cualquier individuo. Los aproximadamente, tres millones de habitantes que padecen alguna limitación física representan casi el 10% de la población argentina. Como el resto, deben desarrollar sus actividades en forma normal.Una empleada del sector legal de dirección para la protección para discapacitados en el ministerio de familia y desarrollo humano dice que:” en la carrera de arquitectura de este país, generalmente no se trata el tema de discapacidades. Ahora en la universidad de buenos aires, hay una cátedra, pero nosotros, los discapacitados, quisiéramos que los conceptos básicos formaran parte de toda la carrera. A veces parece que se construyera un mundo para personas perfectas”. En otros países, se utilizan procedimientos diferentes para que la gente tome conciencia de cómo es el mundo visto desde los ojos de un minusválido. En los EE.UU., por ejemplo, la carrera de ingeniería y arquitectura plantean a los estudiantes un trabajo practico obligatorio que deben realizar para poder graduarse los alumnos sin excepción, deben pasar dos semanas realizando todas sus actividades habituales en una silla de ruedas.
Pero los discapacitados no sólo tienen problemas para movilizarse en la ciudad. En su gran mayoría, son los menos aceptados en cualquier convocatoria para cubrir puestos de trabajo. Pese a existir la ley nº 10.592, que obliga a contemplar un 4% de ingresos de personas minusválidas a organismos oficiales, provinciales y empresas del estado, no existe un control que verifique su cumplimiento.
La incapacidad física y mental despierta miedo y rechazo en la sociedad. Es hora de que cada uno de nosotros deje a un lado los prejuicios que nos llevan a la discriminación de aquellos que consideramos “diferentes”.
Ediciones Santillana S.A.
Buenos Aires - Argentina
Enero de 1997
